sábado, 30 de noviembre de 2013

76.- El salón de Rafalito

Entre los años 50 al 80 del siglo pasado, el salón de Rafalito fue el centro de reunión social en el pueblo: por las tardes y la noches era el sitio al que íbamos a ver la tele; los fines de semana servía como salón para convites de boda; y en las fiestas del año (Pascua, Semana Santa, Carnaval, Día de la Virgen...) en este salón se celebraban los bailes, la elección de la reina de las fiestas, concursos de disfraces...

He aquí once imágenes de aquellos años.

Paco, el marido de Encarnita, cantando con el trío Carabela. Este trío, que venía todas las fiestas, estaba constituido por miembros de la banda del cuerpo de bomberos de Málaga.

El baile de la comba: Loli de don Luis, Auxiliadora, Anita Cano, Loli del electricista, Lola Cebollas

Baile de disfraces: Dominica, Rosalía García, García padre, Antonia del Chato. Lola. María del Mar del Polero...

Loli, Adela, Domínica, Lola...


Dionisio y Elvira, Chicón y Josefita, Charo Molina...




Magdalena, José Antonio, Angelia y Paco Herrero



Juan José 'Rufo', yo, Auxiliadora del gitano, Eloísa, marido de Pepa la Rufa, mi hermana Maricarmen...

José Antonio 'Maeras', Pepe Herrero, José Antonio 'Cebollas'

Montón de botellas y vasos rodeado de gente en plena fiesta del salón de Rafalito.
Por la derecha veo la cara del torero Miguel Soler 'Gasolina', a mi hermano Pedro, mi hermana Maricarmen, Pepe Follones, Laura, Eulalia, Elías Lara, mi cuñada Juanita, mi hermano Manolo, Sergia, Dominica, Josefita Chicón, Pepe Chicón...

Otra reunión con botellas de Fanta y ginebra
Desde la derecha: el Mellizo, Juanito Maquinista, Maróia Josefa, Práctico, Alejandro Nateras, Juanito el Chato, Frasquita de Marquitos, Félix el barbero...



En la mesa, pleno de botellas de refresco rodeando a una botella de ginebra y otra de coñac.
Fátima, Eulalia, Dominica, María Josefa...
Pepe, mi hermano Masnolo, Pedro de la Melona, Sergia...

domingo, 24 de noviembre de 2013

75.- Familias de copas

En noviembre del año 2013 yo decía: Mi viejo y averiado ordenador de ‘gasoil’ con el que trabajaba, finalmente ha ‘enjuagao’. Esa ha sido la razón por la que he faltado durante algunas semanas a mi cita con los blogueros del MURRE. Una vez subsanado el impedimento técnico, continuamos.

Sobre la mesa tengo seleccionadas varias fotografías en las que se reitera la misma circunstancia festiva que aparece en tantas otras fotos que ya hemos mostrado: la familia, la fiesta, la sonrisa, la copa... Muchas de las personas que aparecen en estas escenas familiares ya no están entre nosotros, y a los jóvenes sus caras no les dirán nada. Mi compromiso es difundir este álbum familiar en el que aparecen familias tomándose unas copas en el bar o en casa.

La primera fotografía se hizo en el bar de La Fonda, y en ella aparecen Juanita, con la Belén en brazos, y mi hermano Manolo, que le está dando a mi sobrina la primera lección en el arte de beber cerveza Cruzcampo. La imagen de un mayor dando de beber alcohol a un menor no escandalizaba entonces a nadie; es más, cuando un niño daba muestras de estar algo debilucho y de no tener ganas de comer, el remedio consistía en endosarle medio vaso de Quina San Clemente, un vino dulce de Málaga de altísima graduación. Así, medio borracho, el niño entraba en calor y se comía lo que le pusieran delante.



En el bar de Rafalito y debajo del espejo de Anís Arruza de Rute y de una percha solitaria, tres matrimonios miran atentamente a la cámara: Dionisio y Elvira; Paquita y Juan; Marcos y Frasquita. Las tres jóvenes beben a coro su Pepsi Cola.



En la siguiente fotografía, se ve cómo la radio, sobre una peana y enmarcada en pañitos bordados, ocupaba en la casa el lugar de honor, como ahora la televisión.
Escena doméstica en la que aparece Carmen la Herrera entre su marido y su cuñado. Paquita la del Correo mira con ojos alegres hacia la cámara.
Sobre la mesa, platos vacíos y una botellas de cerveza Victoria.



La familia de Repiso el cartero al completo: Fátima, Juan, Antonia y Pepe. Hay mucha gente y platos en la mesa por lo que debe de tratarse de una boda.


Todos sonríen alrededor de la mesa: Heliodoro, María Mateo, Carmen, Carlos María, Luis, Humberto, su mujer, María y Gestrudis.



Diego Elías, con su mujer, sus hijos y unas amigas. En el velador apenas caben los cinco vasos y la botella de cerveza.

Aparte de Paco Molina y Lola, el resto es parte de mi familia: Manolo, yo, Juanita, Eloísa, mi madre, Remedios y Antonio.



En esta antigua foto tomada posiblemente en la puerta del bar del cine, las sillas son de enea y la mesa de mimbre. La del centro es Josefa, la mujer de Antonio Jiménez. Del resto no me sé los nombres.



De izquierda a derecha Antonio Ruiz, el cabo Peña y su mujer, Antonia, Paca y Antonio. Están tomando un refresco de Coca Cola.



Esta reunión debe de ser en una casa particular puesto que están sentados en una mesa camilla con refajo. Puede ser en una boda.
José Antonio Cebollas, sonriente, se ha asomado a la escena donde están sus padres, Manolo y Josefa, junto a Ana y Félix y, a la derecha, Frasquito.



Alrededor de una mesa cuadrada de palos de mimbre, en lo que parece ser una fiesta porque hay muchas más mesas y gente, vemos de pie a Baltasar, Jorge y Auxiliadora. Sentados están sus padres: Rosalía y Frasquito;  Manolo y María.




domingo, 17 de noviembre de 2013

74.- Tabernas, bares y cafés

Hasta años los años sesenta del pasado siglo los bares, cafés y tabernas de nuestro pueblo, al igual que la mayoría de esta clase de establecimientos en el medio rural andaluz, eran patrimonio de los hombres. Allí iban ellos a beber, tomar café, jugar al dominó o a las cartas, hacer tratos, encontrar trabajo para el día siguiente o hablar del tiempo; de política más bien poco porque siempre había un guardia civil cerca.

A mediados del siglo pasado el casco urbano del pueblo era pequeño (las casas iban desde la Fuente Vieja hasta la Linde) sin embargo había una decena de tabernas y, aunque la gente apenas disponía de dinero, siempre estaban llenas.

Las mujeres (casadas, solteras y no digamos viudas) sólo entraban en semejantes tugurios el Día de la Virgen o en alguna otra fiesta muy sonada, y en estos días tan especiales lo más que tomaban era un café; algunas se atrevían con una copa de aguardiente dulce.

Tales restricciones tradicionales fueron superadas con las modernidades y costumbres más liberales que llegarían a principios de los años sesenta, por la misma época en que se inició el consumo de cerveza, y cuando Rafalito Julián instaló en el salón de arriba el primer televisor de la comarca. Eso sí, para ver la tele había que pagar la entrada o consumir algo.

El aliciente de los bares y tabernas era, y sigue siendo, la tapa: conejo, chivo, setas, pajarillos, boquerones o ‘caramales’. De las bebidas destiladas tenía enorme éxito el aguardiente, consumido por clientes empedernidos en cantidades ingentes desde bien temprano; el coñac era para las noches. No se conocían ni güisquis ni rones ni ginebras. De bebidas refrescantes estaban las Mirindas y las gaseosas que traían del Colmenar, hasta que llegaron las Cocacolas y las Fantas.

He aquí algunas fotografías que han sobrevivido al tiempo, donde se nos muestran imágenes de los bares, de sus dueños y de algunos clientes que los frecuentaban.

La taberna de Miguelillo Podadera estaba en la plaza del ayuntamiento, la plaza de España, donde hoy está la tienda de Amparo Chicón. Su mujer, Rosarillo, preparaba las tapas de conejo del campo como nadie. Miguelillo era un personaje curioso y muy inteligente pues, además de atender a la numerosa clientela, lo mismo pelaba, afeitaba, sacaba una muela, ponía una inyección o arreglaba un reloj.


El segundo por la izquierda es Miguelillo. Los ojos que asoman por el mostrador son los míos.
Se ve a Cristóbal Palma, la Araceli Perota...

En la antigua calle del general Quiepo de Llano (hoy 1º de mayo) estaba uno de los bares más antiguos, el de Juanico la Bigota. Sus estanterías se ven bien surtidas de diferentes clases de aguardiente, coñac, vermú, vino de marca… Tenía una mesa de billar en la que lucía su destreza Manolito el de la Rubia, un verdadero maestro en el arte de las carambolas con las tres bolas.

Juanico la Bigota sirve una copa. Ahí están el Chivito, el Nutrio, Pepe Herrero...


Mi padre regentó durante unos años una tasca en el local que había sido la tienda del Estanquero. En el mostrador, cerca del cajón de los dineros, había un trozo de tabla desgastada por los golpes que durante años el Estanquero dio a los duros de plata para comprobar si eran falsos o auténticos.

Aunque las comodidades de la taberna no eran muchas, nunca faltaban clientes: desde la madrugada para beber aguardiente de Rute seco, y durante todo el día, jugándose a la ronda la copa de vino de Montilla que se habían bebido y que al final nadie pagaba. Aguantando discusiones, tratos y trampas, mi padre terminó compartiendo copas con su asidua clientela para cumplir el viejo refrán que dice: “El tabernero, viendo que no vendía, también bebía.”

Mi padre, tras el mostrador y con una señal de luto en la chaqueta, compartiendo con los clientes: Gutiérrez, Eduardo, Manolillo gitano...


El bar de Marquitos era pequeño y estaba situado en lo que ha sido durante un tiempo la peluquería de Raquel, frente a la pescadería. Su clientela era escasa pero fija. Recuerdo que, sobre el dintel del hueco que daba a la cocina, había dos litografías intrigantes: en ellas se marcaba el trayecto de la vida desde la cuna a la sepultura: unas escaleras por las que un hombre y una mujer subían desde la infancia hasta la madurez y bajaban los peldaños hasta la decrepitud de la vejez y la muerte.

Antonio el Rubio, Gamboa, un Muñoz, Antonio Guiñarra
 
Una de las tabernas con más éxito del pueblo fue la de Manolo ‘Alpargatas’, situada a la entrada de la calle Queipo de Llano, ahora Primero de Mayo. Antes de abrir este local en lo que fue la casa de Primitiva y Cristóbal el Sordo, Manolo Alpargatas regentó durante un tiempo la taberna de Miguelillo Podadera cuando éste murió.

Cada atardecer el bar de ‘Alpargatas’ era lugar de reunión de grupos de trabajadores del campo, albañiles y cazadores que bebían juntos y ajustaban las cuentas de las peonadas. Durante el día se jugaba a las cartas y se discutía de caza y de toros. Su especialidad eran las tapas de conejo, las setas y los pajarillos.

Manolo Alpargatas con su cuñado y dos sobrinos.
 

Otra foto del bar de Alpargatas donde aparecen Pepe Herrero, Pedro el de la tienda, Manolo Chiquitín, Chivito, Manolo Huevos, Tres cuartas...


La Fonda era el café moderno del pueblo, bien decorado, bastante acogedor y en el que se hacía el mejor café. En invierno las mesas redondas tenían refajo y un brasero con ascuas; era un local al que solía acudir la gente de ideología más conservadora.

El salón de arriba de la Fonda, durante años fue salón de baile, luego Juan Molina lo convertiría en cine (el tercero del pueblo), posteriormente sirvió de criadero de pollos y por último, hasta que lo compró Joseíto Arradio con el dinero que le había tocado en Alemania, terminó partido en habitaciones para servir de fonda. Ahora es La Alacena.



De izquierda a derecha, el cabo Bonilla, el alcalde Coscurrones, Cristóbal el Sacristán y el sargento de los Peláez

Mi hermano de Pedro de camarero en el bar de la Fonda

Antonio el Correo y su familia tenían el bar situado en la parte baja de su casa. La Frasquita la Finita preparaba unas tapas exquisitas y Antonio, cuando se popularizó la cerveza, la despachaba en pequeños tubos que costaban dos pesetas con su tapa correspondiente.
En una especie de sótano o habitación soterrada y algo oscura, a la que pronto la gente la llamó La Cochinita, instaló un televisor con lo que aumentó notablemente la clientela, sobre todo la de parejas de novios.

Fino, Encarnita, Frasquita, Antonio, Cristóbal


En la misma acera del Correo y a escasos diez metros, estaba el bar del Barquillero, lugar obligatorio de reunión para jóvenes a medio día. Los sábados, domingos y festivos eran las parejas y familias enteras las que llenaban el interior y las mesas colocadas en la calle a lo largo de la fachada. Por aquellos entonces, el tráfico de coches por los adoquines era casi nulo.
Antonio, junto con su familia, consiguió crearse una clientela con gente del pueblo y de otros sitios, gracias a las tapas y raciones de pescado. También instaló el primer televisor de color en el saloncito interior.

Detrás del mostrador están Antonio, su mujer Rosario, Paquillo el de la viuda, Diego Podadera, un Correo, el Brigada...
Delante están Manolo Molina y Antonio Canovillas. A la derecha, en primer plano está la inconfundible cartera del fotógrafo Antonio Rama.

Antonio Barquillero, el Brigada, el Capitán Pompas, Eduardo Patasnegras...

Rafalito Julián tenía un carácter más bien desabrido y un bar mediocre pues las tapas no eran su especialidad. No obstante, como se ve en las fotografías, el ambiente era de mucha animación. Había una mesa de billar y los jóvenes la alquilaban por horas para jugarse las pocas perras que tenían.
Lo mejor del bar de Rafalito, que luego sería uno de los mejores alcaldes del pueblo, era el salón de arriba donde instaló el televisor de marras. Este salón sirvió durante años como sala de baile, con aquella memorable orquesta de bomberos y su animadora. Allí se celebraron las primeras bodas multitudinarias. Los días de baile, a la entrada de las escaleras que subían al recinto siempre había un portero que te cobraba. A este salón le dedicaremos una entrada.


Un bar de los más animado

En el Cine España, situado al lado de la carretera frente al grupo escolar, había un café al que acudían los vecinos de aquella parte del pueblo. Era el lugar de parada de los autobuses que iban y venían de Málaga y Antequera.
Los días en que había cine (jueves, sábados y domingo) la concurrencia aumentaba sobre todo durante los intermedios de la película.
Cuando el cine cerró, la clientela del bar siguió siendo fiel, pues la cocinera preparaba unos boquerones a la plancha exquisitos. Eso sí, estaban contados: si se presentaba alguno más de los clientes diarios se quedaba sin tapa.
 
Antonio Veneno, Guiñapito...


Al fondo, en la pared, se ven los carteles de películas que se proyectaban en el Cine España.

sábado, 16 de noviembre de 2013

73.- Acompañando procesiones

Durante casi tres semanas, este blog del MURRE ha estado silenciado; la razón ha sido puramente técnica, y es que mi ordenador que es antiguo (es de los de gasoil) un día comenzó a echar humo y no tuve más remedio que llevarlo al técnico. Una vez subsanados los problemas mecánicos, seguimos con nuestras historias. (Esto lo decía yo el año 2013)

Hoy veremos algunas fotos en las que hay gente acompañando a diversas procesiones, de día o de noche, con velas o sin ellas, con cura o sin cura. Toda procesión se compone de tres partes indispensables: una imagen que se lleva en andas, un recorrido o itinerario fijo por el que se pasa, y gente, cuanta más mejor, que la acompaña. ¿Qué sería de una procesión sin gente? O viceversa.

Antiguamente esos actos eran una mezcla de devoción religiosa y de expresión festiva. Las mujeres aprovechaban la ocasión para lucir el modelo que estrenaban. Algunas iban descalzas y con una vela en la mano cumpliendo la promesa hecha por algún favor recibido. En un pueblo sin tele, sin entretenimientos y con muy pocas ocasiones para viajar, las festividades de la Semana Santa, El Corpus, El Día de la Virgen o la Navidad eran los esperados momentos de asueto y de diversión colectiva.

las dos primeras fotos están tomadas en un momento del recorrido de la procesión de san Isidro. La imagen y los acompañantes suben por la cuesta del grupo escolar. Esta procesión  de san Isidro es el 15 de mayo y estaba patrocinada por la antigua Hermandad de Labradores y Ganaderos, una especie de sindicato del campo. Un detalle: aunque el trono, el santo y las flores no pesaban mucho, el caso es que solo hay cuatro hombres que lo llevan, y además cuesta arriba. Los palos que portan en la mano eran una especie de horquetas que servían para apoyar el peso del trono cuando se paraba la procesión.



Un día del Corpus.
El cura, José María Astorga; el monaguillo, Juan Francisco; el alcalde, Rafael Castillo.

La Virgen de los Dolores llegando a la plaza de la iglesia.

Con las palmas, un domingo de Ramos.

Fotografías de distintos años en las que aparecen mujeres con mantilla, peineta y vela en la mano acompañando la procesión de la Virgen de los Dolores.







Mocitas y mujeres, en fila y con velo en la cabeza el día del Corpus.





Descalzas por los adoquines durante una procesión.


Las autoridades (alcalde, juez y comandante de puesto) acompañando al trono.







Dos fotografías en color de la procesión del día del Corpus.
En la primera el alcalde era Antonio Moreno. En la segunda el alcalde era Rafalito 'Julián'.




Las dos últimas fotografías posiblemente se tomaron el día en el que entraba al pueblo Antonio Muñoz Sedano recién ordenado sacerdote. La gente que había ido a recibirlo camina con dificultad por la avenida de Juan Molina, hecha un pedregal pues estaba en obras.



Las dos mujeres que se ven a la derecha, cogidas de la mano y mirando dónde ponen los pies, son mi madre y mi abuela. También se ve Peláez el municipal, Pepe Marcos, Paco Muñoz, Benito Velasco, mi hermano Pepe...