viernes, 30 de noviembre de 2012

13.- La Linde

Hasta mediados del siglo XX las casas y calles que constituyen el casco antiguo de Villanueva del Rosario llegaban por el sur hasta el Arroyo, por el este al puente de la Fuente Vieja, por el norte a los olivos de Perragorda que lindaban con el cementerio, y por el oeste hasta La Linde. Con buen criterio, nuestros antepasados edificaron sus casas en la solana de un cerro que ‘mea’ hacia un arroyo, sobre terreno firme, evitando así los llanos porque es tierra de buhedo, encharcada en invierno y nada apta para edificios de piedra, barro y yeso. Otra circunstancia fue la existencia de agua potable subterránea de la que se aprovecharon los vecinos excavando numerosos pozos, algunos de los cuales todavía se conservan.

El pueblo en 1929. Es una foto de don José Nateras,

Lo que conocemos como La Linde es un espacio abierto desde el que arranca la calle de los Adoquines, que ha sido siempre el acceso principal al casco urbano.
 
Los eucaliptos que había antes de construirse el muro.
Tampoco están las casas baratas ni la casa del médico.

¿De dónde viene el nombre de La Linde? Los antiguos llamaban así a este paraje por un lindazo de piedras, que con el tiempo fue sustituido por un muro de piedra, y que se prolongaba a todo lo largo de la salida del pueblo hacia las Huertas y el Trabuco hasta lo que hoy llamamos el Cruce (de carreteras).

La Linde en 1960 con el muro, el jardín, la casa del médico y la escuela de Falange


El espacio triangular se amplió gracias al gran muro construido en 1953 y sobre el terreno ganado se instaló lo que se sigue llamando todavía ‘el jardín’, pues por entonces no había más que ese. Allí se trasladó la ‘cruz de los caídos’, monumento erigido por el régimen de Franco para homenajear a ‘sus’ muertos civiles durante la guerra; esta cruz estuvo antes, para más inri, junto a la iglesia. Hasta la llegada de la democracia, la Linde recibió el nombre de Glorieta del Capitán Cortés. De aquel jardín ahora sólo queda un triste naranjo.

El día de la inauguración del jardín. Año 1953

El nombre de ‘bacalao’ fue posterior; se debe a la forma de la isleta que se construyó en el centro y en la que algunos vieron la forma de un bacalao. Por este lugar han pasado diferentes fuentes, bancos, farolas y adornos que las sucesivas corporaciones han ido cambiando para peor, sin demasiado criterio y con mucho gasto.

Lo más significativo de La Linde era la fuente instalada en su centro y el pilón anejo que servía de abrevadero para el ganado; la otra fuente con abrevadero era la Fuente Vieja.

La fuente y el pilón.

Dando de beber a las bestias en una imagen propia de película de vaqueros.
Al fondo, las flechas de la Falange.

Además de la antigua fábrica de aceite y casa de Gazpirre, las primeras edificaciones que se hicieron fueron las seis casas baratas, construcciones que durante muchos años estuvieron sin terminar y sirvieron de refugio a pordioseros o de lugar de alivio para necesidades perentorias. En una de esas casas baratas, el año 1952 una panda de amigos nos fumamos el primer cigarrillo.
 
La Linde a principios de los años cincuenta

Entrada a la antigua calle José Antonio


Una de esas casas baratas fue dedicada a hogar de maestro y escuela del Frente de Juventudes de la falange. En el patio de atrás había un pequeño campo de deporte en el que se podía jugar al baloncesto.
 


Uno de los más interesantes logros sociales de aquellos años fue la construcción del edificio llamado Centro Rural de Higiene y Casa del Médico. En esta casa vivió y atendió a sus pacientes un gran médico, don Vicente Baz, al que sus compañeros de promoción regalaron el primer equipo de rayos X de los contornos.

El día de la inauguración de la casa del médico
Año 1953

Las atracciones del día de la Virgen (serena, barquillas, noria) que se instalaban en la plaza de la iglesia, se trasladaron a La Linde, donde por fin llegaron cacharros más grandes como la ola, la volaora y los cochecitos de choque.

En la noria: una hija del Nutrio (que se casó con Martín el guardia civil), Anita Cano, Encarnita de Juanico la Bigota y Amelia Moreno, maestra.



De paseo el día de la Virgen. Detrás se ve la ola.
Trini de Gamba, Elvira del Cele, Rosarito del Sacristán, Magdalena de Julio y María

De mantilla el 7 de octubre de 1955


La linde en 1992


La Linde, un día de verano de hace más de 30 años

jueves, 22 de noviembre de 2012

12. El hombre que soñó con un tesoro

En Andalucía son muchas las historias y leyendas que hablan de tesoros escondidos, inmensas riquezas en oro y joyas que los moros, antes de irse expulsados, escondieron con la esperanza de volver algún día y recuperarlos. En el Quijote, Cervantes cuenta en un episodio cómo uno de estos moriscos expulsados vuelve a La Mancha con la intención de recuperar el dinero y el oro que se vio obligado a dejar.
Leyenda o realidad, el caso es que siempre han corrido historias de cómo alguien encontró un tesoro escondido en una cueva o en las ruinas de un castillo, se hizo rico de la noche a la mañana y se marchó del lugar sin dejar rastro.
A mí, de pequeño, mi madre me contó como un hecho en verdad sucedido, una historia de tesoros de la que fue protagonista un pastor vecino del pueblo.

Contaban  que un hombre soñó una noche que en la calle Estepa de Antequera estaba su suerte. No le hizo caso a semejante tontería pero como el mismo sueño se repitió hasta tres veces y, aunque no creía mucho en esas cosas, pensó que nada perdería por probar. Así que cogió su burro y se fue hasta Antequera, a la calle Estepa, que como siempre estaba muy concurrida. Como no sabía lo que buscaba, durante todo el día dio paseos calle arriba, calle abajo, mirando a un lado y a otro sin recibir señal alguna. Era ya bien tarde, y el hombre se sentía cansado y desengañado, por lo que decidió volverse para el pueblo. En ese momento, un zapatero que tenía un taller cuya puerta deba a la calle, lo llamó y le dijo:
-Perdone usted, hombre. Llevo todo el día viéndolo pasar de un lado para otro de la calle como si esperase a alguien, pero veo que quien sea no ha llegado en todo el día.
Él le respondió:
-Esto me pasa por hacer caso de sueños y de fantasías. Mire usted, resulta que durante varias noches he tenido un sueño en el que alguien me decía que en esta calle de Antequera encontraría mi suerte.
Y el zapatero, riéndose, le dijo:
-Pero hombre, ¿cómo hace usted caso de semejantes tonterías? Yo soñé una vez que en el patio de un cortijo situado junto a un peñón había una piedra muy grande en la que se subía una cabra negra y que debajo de aquella piedra había un tesoro escondido. Y yo nunca hice caso de tales sueños.
El hombre, que conocía el cortijo del Peñón, que había estado en el patio y que había visto la piedra grande y cómo una cabra negra se subía en ella, sin apenas despedirse del incrédulo zapatero, se volvió corriendo al pueblo, fue al cortijo y allí, debajo de la piedra, encontró un tesoro que lo hizo inmensamente rico.

Años más tarde, leyendo a Jorge Luis Borges me encontré con este cuento que él llama historia.

Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:
-Tu fortuna está en Persia, en Isfahán; vete a buscarla.
A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de la ciudad le sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de la mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el decreto de Dios Todopoderoso una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:
-¿Quién eres y cuál es tu patria?
El hombre declaró:
-Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub El Magrebí.
El juez le preguntó:
-¿Qué te trajo a Persia?
El hombre optó por la verdad y le dijo:
-Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser la cárcel.
El juez se echó a reír.
-Hombre desatinado –le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín y en el jardín, un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de un sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.
El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.

Por lo visto, el del tesoro es un sueño recurrente. Paulo Coelho en El Alquimista recupera la historia del hombre que soñó con un tesoro y la utiliza como resumen y final de este libro tan popular.

(El muchacho) contó a los salteadores que había soñado dos veces con un tesoro escondido junto a las Pirámides de Egipto.
(El jefe de los bandoleros) dijo:
-Vas a vivir y a aprender que el hombre no puede ser tan estúpido. Aquí mismo, en este lugar donde tú estás ahora, yo también tuve un sueño repetido hace casi dos años. Soñé que debía ir hasta los campos de España y buscar una iglesia en ruinas donde los pastores acostumbraban a dormir con sus ovejas y que tenía un sicomoro dentro de la sacristía. Según el sueño, si cavaba en las raíces de ese sicomoro, encontraría un tesoro escondido. Pero no soy tan estúpido como para cruzar un desierto sólo porque tuve un sueño repetido.
Después se fue.
El muchacho (que venía de España, que había estado en la iglesia en ruinas, que había dormido con sus ovejas bajo el sicomoro de la sacristía) se levantó con dificultad y contempló una vez más las pirámides. Las pirámides le sonreían, y él les devolvió la sonrisa, con el corazón repleto de felicidad.
Había encontrado el tesoro.

11.- Servicio militar 1. La talla

Hacer el servicio militar, ir a la mili, (antiguamente se decía ‘servir al rey’) era para los mozos del pueblo una experiencia nueva, a veces traumática, pero siempre interesante. Para la gran mayoría de los jóvenes esta marcha obligatoria suponía salir por primera vez del pueblo, dejar a sus padres, a la novia, e incluso a la mujer, porque por aquellos entonces la gente se casaba muy joven. El hecho de hacer la mili era considerado como una dura prueba tras la cual se llegaba a la madurez; de la mili se volvía hecho un hombre. Muchos padres no consentían que sus hijos fumasen delante de ellos hasta que no habían servido.
Por decisión del gobierno, el servicio militar obligatorio quedó en suspenso (no suprimido) el año 2001 y fue sustituido por un ejército profesional.



Este soy yo, en la mili, defendiendo la patria a capa y machete


Llegados a la edad de 21, 20 o 19 años (la edad de reclutamiento ha cambiado varias veces desde que el servicio militar se hizo obligatorio a finales del siglo XIX), el primer paso que habían de pasar los jóvenes era el de tallarse. Los mozos eran citados para que acudiesen al Ayuntamiento donde les esperaban el secretario y los municipales. Allí se pasaba lista a los quintos, los pesaban y medían, anotando en la espalda con tiza la altura de cada uno.

Instrumento para tallar a los reclutas.
Lo salvé de su destrucción y ahora espera su lugar en el futuro museo.

El secretario iba anotando en un registro la filiación, alegaciones y rasgos físicos, con pelos y señales, de cada uno. He aquí los datos referentes a un mozo de nuestro pueblo, cuyo nombre no decimos, escogido al azar entre los nacidos en 1930 y tallado en 1951.

-Talla: 1’635m. -Perímetro torácico: 83 cm. -¿Sabe leer y escribir? Sí. –Estado: soltero –Profesión: panadero –Pelo: castaño –Cejas: castañas finas –Ojos: grandes –Color: pardo – Nariz: aguileña –Barba: picuda –Boca: regular –Labios: regulares –Color: sano –Frente: ancha –Aire: marcial –Producción: buena –Señas particulares: cicatriz pequeña en ceja izquierda –Alegato: nada –Resultado del reconocimiento: útil para todo servicio

De todos los rasgos aquí recogidos el más intrigante es el de Producción: buena. ¿A qué se referiría?

Para librarse del servicio militar los mozos podían alegar diversos motivos como ser hijo de viuda o tener algún defecto físico: pies planos, sordera, quebracía, úlcera, ser estrecho de pecho, tener un hombro más alto que otro, ser corto de talla, cojera... Después de un minucioso reconocimiento hecho por un médico militar (se dieron muchos casos en los que estos padecimientos eran fingidos), algunas alegaciones eran estimadas y otras no.
Una vez tallados, los mozos celebraban el acontecimiento acudiendo juntos a alguno de los bares del pueblo para beber, comer y cantar hasta que el cuerpo aguantase, eran las fiestas de los quintos. Como resultado de aquellos excesos por un día, eran frecuentes las borracheras y las resacas consiguientes.
A partir de los años 40 comenzó a extenderse la costumbre de retratarse juntos todos los quintos del mismo reemplazo.

En el pie de la foto pongo los nombres de los reclutas cuyo nombre más o menos conozco; si no es así, dejo el número en blanco.


Reclutas de la quinta de 1970, nacidos en 1949
Sentados de izquierda a derecha: 1. Juan José 'Rufo', 2.  3. Sergio 'Manolitas', 4 , 5 , 6 Guiñapito, 7, 8, 9, 10. Miguel 'Veleta', 11. Luis Reguero, 12. Cristóbal Correo, 13. Correo, 14, 15. Vicente, 16.
De pie de izquierda a derecha: 17. Ex de la Consuelo, 18. Hermano de Victoriano, 19. Gervasio, 20. José Antonio 'Pastelero', 21. Juan Francisco de Benede, 22. Pepe 'Laña' torero, 23. José Miguel, 24. Maximino, 25. Miguel Cachorro, 26. Paco Muñoz, 27. y 28. Los mellizos Julio y Juan Antonio


Mi quinta, la del del 65, los que nacimos en 1944. La foto está tomada delante del Matadero.
Agachados de izquierda a derecha: 1. Facundo, 2. Paco Repiso, 3. Diego Cerro Limón, 4. Víctor Lorca, 5. Antonio Mareos, 6. Diego Elías, 7. Diego Caprichos, 8. Pepe Sidro
De pie de izquierda a derecha: 9. Terrones, 10. Tejero, 11. Manolo 'Marquitos', 12, 13. Juan Rodríguez, 14. Antonio Perillán, 15. Juan Ríos, 16. Manolo Jiménez, 17, 18. Victoriano, 19. yo 20. Diego 'Piñero'

Mi quinta celebrando el acontecimiento en La Fonda

La quinta de 1964, nacidos en 1943
Agachados de izquierda a derecha: 1. Faustino Chicuelo, 2.Félix Melón, 3. Diego Reguero, 4. Paquillo el Moro, 5. Hipólito Correo. El niño agachado con la rueda y el gancho es Higinio el Moro. El de la izquierda es Luis Reguero
De pie de izquierda a derecha: 6. Chicuelo, 7. 8. 9. Juanillo el del Rey, 10. Juan de la Romana, el municipal, 11. 12. 13. 14. Juanillo Mis tierras, 15. Manolo Caracol, 16.Párraga, 17. Faustino, 18. Juan Casuñas


La quinta de 1961, nacidos en 1940
Agachados: 1 Miguel Seisdedos, 2. Juanillo Lara
De pie: 3. Juan Perraqueso, 4. Jesús Carbonero, 5. Paco Martín, 6. Francisco del Pañero, 7. Pajote que fue guardia civil
8. Miguel Rusía, 9. 10. Ricardo Tejero, 11. Antonio Valerio, 12, Juanillo de las Vacas
13. Paco Zambúa, 13. Miguel Coscurro, 15. Miguel Caracol


Algunos reclutas de la quinta del 56 comiéndose un chivo en el bar de Juanico la Bigota
Entre otros están Paco el Rubio, un Melón, Antonio Palotes, Pepe Repiso, Juan Maraballón, El Trabuqueño...

La quinta de 1949
Abajo se ven Antoñillo el Rubio, Rafalito Julián, Manolo el Tejero, Ricardo el del Teléfono






jueves, 15 de noviembre de 2012

10.- Puebla de las mujeres

Con motivo del 150 aniversario de la segregación de Villanueva del Rosario y de sus inicios como municipio independiente de Archidona, en el mes de agosto del año 1986 el ayuntamiento y algunos colaboradores organizamos varios actos conmemorativos de una fecha tan señala.

En el interior del ayuntamiento se puede ver la lápida que se descubrió ese año y en la que están grabadas las palabras de la Junta de Gobierno de Málaga del año 1836 con las que confirmaba la independencia de nuestro pueblo, que hasta entonces había formado parte de Archidona.

El por entonces alcalde, Francisco Sánchez (Paco Herrero) descubre la inscripción.

 

En otro momento se rindió un emotivo homenaje a los 37 vecinos, hombres y mujeres, con más de 86 años y que, por lo tanto, habían nacido en el crucial siglo XIX. A cada uno de ellos se le entregó una placa conmemorativa.

Este era el matrimonio más longevo de nuestro pueblo en agosto de 1986.

En el salón del comedor escolar del colegio se representó la obra teatral Puebla de las mujeres de los hermanos Quintero. El reparto fue el siguiente:

Concha Puerto……….Mª Jesús Álvarez
Juanita la Rosa………Ester Vega
Santita……………….Mónica Álvarez
Doña Belén………….Belén Martos
Ángela ………………Eva Repiso
Pilar………………….Nuria Ortigosa
Dieguilla…………….Lourdes Rico
Muchacha……………Raquel Álvarez
Adolfo……………….Javier Lara
Don Cecilio………….Jaime Cordón
Don Julián…………...César García
Pepe Lora……………Higinio Repiso
Criado……………….Juan Cabrera
Sacristán……………..J. Antonio Godoy
Apuntadora………….Lucila Repiso
La dirección fue de Paco Álvarez

He aquí, para el recuerdo, algunas instantáneas que tomó Pepe Repiso de aquella representación memorable.















jueves, 8 de noviembre de 2012

9.- Sacar el agosto



Fotografías tomadas por José Nateras a mediados de los años 20 del siglo pasado


La siega junto al Guadalhorce

Trillando en las eras de los llanos



 
Aventando en las eras de abajo



Tradicionalmente en los campos de nuestro pueblo, aparte de los olivares que cubren la mayor parte de término y algunas fanegas dedicadas a los garbanzos o la matalahúga, lo que más se sembraba eran los cereales, trigo o cebada.
Hasta la llegada de la maquinaria agrícola, todas las faenas de siembra, abonado, eliminación de hierbas y recolección habían de hacerse a mano; coincidiendo con la época de más calor llegaba el momento de cosechar lo sembrado, ‘sacar el agosto’, que requería las labores más duras y fatigosas.
En primer lugar el segador, tocado con un sombrero, iba cortando con la hoz haces de trigo o cebada con los que formaba las gavillas; éstas se barcinaban a lomos de las caballerías, sujetas con cuerdas sobre las angarillas, hasta la era donde se extendían sobre el empedrado para formar la parva. Los cascos de los mulos y las ruedas de los rulos trillaban el trigo o la cebada hasta conseguir que el grano se separase de las espigas. Por las tardes, cuando corría el viento, se aventaba la parva con bieldos y palas hasta conseguir que quedase a un lado el tamo y la paja,  y  a otro los granos ya limpios. Una vez amontonado el grano, se medía por fanegas o cuartillas y se iba metiendo en costales para llevarlos hasta las cámaras de las casas donde se vaciaban en los ‘atrojes’.
La paja se guardaba en los pajares y servía de alimentación para el ganado.
Las máquinas trilladoras primero y las cosechadoras después, que hacen todas estas labores en pocos minutos y sin apenas esfuerzo humano, han liberado al hombre de este trabajo tan duro y sacrificado.
De aquellas labores ya sólo queda el recuerdo en la memoria de los mayores. Los aperos sirven de adorno en las casas o son piezas de museo etnográfico. Estas imágenes sirvan de recuerdo de aquellos duros tiempos.


Fotografías tomadas por José Repiso y por mí hace ya unas décadas


Segando el trigo


Los hijos de Celestino en la barcina


Frasquito el de las Fresnedas trillando


Una trilladora mecánica en los setenta


domingo, 4 de noviembre de 2012

8.- La casa del reloj

En el libro sobre Villanueva del Rosario escrito por José Nateras y Diego Navas y publicado en 1955, hablando de las fincas urbanas propiedad del ayuntamiento, se dice:

Otro edificio (por entonces solo poseía dos, este y la casa grande) situado en la plaza del General Mola, número 1, que ocupa una superficie de 145 m2, compuesto de planta baja, principal y alto, donde está instalado el reloj público. Su valoración total incluido el reloj es de 108.930 pesetas.

Este edificio, inscrito en el Registro de la Propiedad en 1929, hasta su demolición a finales de los 80 sirvió sucesivamente de escuela, casa para maestros, ayuntamiento, vivienda de guardia municipal, juzgado… Tenía un amplio patio con una frondosa higuera.
Fue construido en 1885, por la misma época en la que se construyeron otros grandes edificios como la ‘casa grande’ o la ‘casa del abogado’, ambos en la plaza de España. Como se ve en la fotografía tomada el año 1913, tenía reloj público que sería sustituido por otro más moderno.


Año 1913

En el documento de 1955 que usamos como referencia, al describir los servicios municipales se dice:

Reloj público. Fue instalado en el año 1950 en edificio propiedad del Ayuntamiento sito en la plaza General Mola num. 1, el cual fue bendecido e inaugurado el día 6 de octubre de dicho año. Su valor fue de 33.930 pesetas.

Según estas cuentas, el reloj costó la tercera parte del valor total de la casa. La maquinaria del reloj funcionaba con la fuerza de unas grandes pesas que bajaban hasta la planta baja; cada día había que darle cuerda.

Año 1985


Año 1952 cuando se estaba construyendo la nueva iglesia.
En el centro de la plaza estaba el transformador (la caseta de la luz) que distribuía la electricidad por el pueblo

La construcción actual es de nueva planta, fue inaugurada el año 1991 y reproduce en parte la estructura del anterior edificio. En él están instalados el hogar del jubilado, escuela de adultos, juzgado municipal y la sede de diversas asociaciones. En la espadaña se volvió a colocar la esfera del viejo reloj y la campana que daba las horas.

Cuando el ayuntamiento compró e instaló el reloj público, el pueblo apreció sus beneficios pues no todo el mundo tenía reloj y sus campanadas marcaron durante mucho tiempo los horarios de la vida de los vecinos. Al sustituirse las pesas por un motor eléctrico empezaron los problemas y en la actualidad (hablamos de 1912) ni da las campanadas ni las agujas marcan las horas como es debido.

Casa del reloj  el año 1991